jueves, 1 de marzo de 2012

Viaje a Transilvania, el país de Drácula



Por Fernando Bofill Draper

Hacemos una vista rápida de Rumanía donde descubrimos Bucarest, las leyendas y mitos de Drácula, el castillo de Drácula, las actividades culturales y muchas otras ciudades. ¿Te apuntas?
Palacio del parlamento: Bucarest

De entre todos sus vecinos eslavos, en la Europa del Este, Rumanía muestra con orgullo su identidad latina anclada en su religiosidad, en sus tradiciones y costumbres, y hasta en aspectos tan esenciales de su cultura como el idioma. Rumanía está empeñada, ahora, en olvidar y, en la medida de lo posible, borrar su inmediato pasado comunista: más de 65 años de dominación soviética y, sobretodo, los últimos veinticinco bajo la férrea y cruel dictadura de Nicolae Ceausescu.

A partir del 1 de enero de 2007, Rumanía se convierte en miembro de la Unión Europea. Esta fecha marca una profunda inflexión en el desarrollo político, económico y social del país; ha sido la rampa de lanzamiento de unas expectativas de libertad y progreso que el futuro, aún con incertidumbres y no pocas dificultades, aguarda a los 22 millones y medio de rumanos, de los cuales unos 6 millones intentan salir adelante en otros países, cerca de un millón en España.

Las rutas que trazan la geografía turística de Rumanía presentan un continúo testimonio de las múltiples influencias y relaciones no sólo con sus vecinos eslavos sino también con la antigua Grecia, Turquía, Hungría, la Sajonia Alemana, el Imperio Austro-Húngaro y finalmente con la URSS. Sentimentalmente, los rumanos valoran de una manera especial su pasado dacio y la consiguiente dominación romana. La antigua Dacia, hoy Rumanía fue provincia del Imperio Romano durante más de siglo y medio, a partir del año 106 d.C.

La geografía y la historia, la leyenda y el mito junto al carácter abierto y cordial de los rumanos configuran un marco idóneo para el desarrollo del turismo en Rumanía en línea ascendente en el ranking de los países de Europa que más visitantes reciben.


Bucarest, la 'París del Este'
Andes Transalpinos (Montes Cárpatos)

La capital de Rumanía es Bucarest; situada en una amplia llanura entre los montes Cárpatos y el río Danubio, fue fundada por un pastor llamado Bucur unos 70 años a.C. A mediados del siglo XV, el príncipe Vlad Tepes la transformó en importante fortaleza militar.


En 1862 Bucarest se convirtió, gracias a su privilegiada situación en el centro de las principales rutas comerciales que atravesaban el país, en la capital de Rumanía. En las primeras décadas del siglo XX, Bucarest conoció su época de máximo esplendor. Se construyeron edificios neoclásicos, elegantes palacios de inspiración francesa, parques y jardines versallescos, hasta el punto que, a finales de los años 30 Bucarest era conocida en Europa como “la pequeña París” o la “París del Este”. Sorprende en Bucarest la mezcla anárquica de estilos arquitectónicos. De la era comunista sobresale el palacio del Parlamento, el segundo mayor edificio del mundo, auténtico monumento a la megalomanía de Nicolae Ceausescu, construido al más puro estilo soviético. La polémica rodea todavía hoy a este edificio, cuya construcción medio arruinó a Rumanía. A pesar de todo, por sus medidas descomunales y sus impresionantes salones, no hay más remedio que visitarlo. En él celebramos a finales de 2011, el Plenario del 53º Congreso Mundial de FIJET, la organización que reúne a escritores y periodistas de turismo de todos los países. Además del Parlamento los edificios más interesantes de Bucarest son el Ateneo, la sede de la Ópera con su famoso Museo, el Círculo Militar Nacional y el Arco del Triunfo, entre otros muchos.


Drácula, entre la leyenda y el mito
Príncipe Vlad Tepes, alias Conde Drácula


La región de Transilvania en el centro del país, rodeada por la cordillera de los Cárpatos, los llamados “Andes transalpinos” reúne los argumentos más sugestivos y determinantes para la captación del turismo internacional. Llegados a Transilvania hay que recorrer sus valles y montañas, sus frondosos bosques de hayas y abedules, envueltos entre brumas y espesas nieblas que pueden ensombrecer, aún más la sutil frontera entre la realidad de la historia y la permanencia del mito promovido por inquietantes leyendas. El mito de Drácula, el conde vampiro Vlad Dracul surge de su identificación con el sanguinario príncipe Vlad Tepes, el empalador nacido en 1431 en Sighisoara; Tepes heredó de su padre el título nobiliario de la caballeresca Orden del Dragón pero, en rumano, la otra acepción de “draco” es “demonio”. Esta es la que inmortalizó el autor irlandés Bram Stocker, en la más célebre de las novelas góticas de terror, “Drácula” en 1897. Desde entonces mientras el turismo se beneficia cada vez más de esta confusión literaria, en proporción inversa se diluye la relevancia de un gobernante histórico tan importante, a pesar de su crueldad, para la historia de Rumanía.


La cuna de Drácula


La ruta clásica de Transilvania pasa por sus tres grandes ciudades medievales de origen sajón: Sighiosara, Sibiu y Brasov. En Sighiosara, la cuna de Vlad Tepes, alias “Drácula”, la mayoría de las referencias históricas y culturales de interés turístico se encuentran en su casco antiguo, la Ciudadela, encaramada en un cerro desde el que se divisa un panorama espectacular. Con sus murallas del siglo XIV, la fortaleza-Ciudadela de Sighiosara forma parte del Patrimonia Mundial de la Unesco. Además del Festival Mundial de las Artes que se celebra todos los veranos la Ciudadela ofrece regularmente todo tipo de representaciones teatrales y musicales evocadoras de su historia y de sus leyendas medievales. La Torre del Reloj con sus 64 metros de altura es el edificio más importante de la Ciudadela; otra referencia histórica es la Casa de Drácula, donde nació el príncipe Vlad, en 1431. No se conserva nada de la antigua mansión que, actualmente, es un restaurante típico, en el centro de la Fortaleza. Es muy pintoresca “la escalera cubierta” con sus 172 escalones de madera; construida en 1642 es un auténtico paso subterráneo que permite el acceso a lo más alto de la colina donde se levanta un templo luterano, la Iglesia de la Colina, de estilo gótico y la mayor altura de la Ciudadela de Sighiosara.


Sibiu, Capital Europea de la Cultura 2007


Capital europea de la Cultura

Sibiu es la capital de las ciudades sajonas de Transilvania, la más activa culturalmente Capital Europea de la Cultura en 2077 y una de las más bellas ciudades de Rumanía.


Amurallada, toda ella empedrada, con una amplia zona peatonal única realmente impresionante, hay que visitar sus calles, sus iglesias y museos, contemplar sus Torres históricas, disfrutar de sus cafés y restaurantes, comprar en sus librerías y tiendas de artesanía y, sobre todo, envolverse en la atmósfera de esta ciudad mezcla de historia, cultura y encanto. Como punto de interés cultural cabe destacar el museo Brukenthal, situado en la plaza Mare, la más céntrica y característica de la ciudad.



El castillo de Drácula
Castillo de Bran


Más turística, en sentido cuantitativo, es Brasov fundada en el siglo XIII por los caballeros teutónicos; los sajones levantaron dentro de sus murallas sólidas construcciones de carácter religioso y civil. La Iglesia Negra es el edificio más emblemático de Brasov, situado al sur de la Plaza Sfatului, una de las más hermosas de Rumanía; en mitad de la Plaza está el espléndido edificio del Ayuntamiento, rematado por la Torre del Trompetista.

Los alrededores de Brasov, siempre con el telón de fondo de las montañas Tampa conforman una gran área salpicada de castillos medievales, iglesias sajonas, pistas de esquí y verdes valles. Entre los castillos célebres está el de Bran donde, nuevamente, nos encontramos con el mito de Drácula. Sin embargo, por mucho que los comerciantes locales vendan, y los turistas compren miles de camisetas con los dientes y corazones sangrantes, y otros souvenirs de dudoso gusto, el castillo de Bran nada tiene que ver con Drácula, es decir, con Vlad Tepes, el célebre gobernante rumano, que “festejaba” sus hazañas guerreras empalando a sus enemigos. Puede que su emplazamiento en lo alto de un risco, su aspecto lúgubre y sus desafiantes torres, todo ello unido a una visión poco rigurosa con la historia y más cercana al merchandising turístico ha contribuido a consolidar tan delirante leyenda.

Castillo de Peles (Sinaia)


Los sesenta metros de altura del castillo de Bran (foto derecha) con las montañas Bucegi de fondo y el valle a sus pies proclaman su valor defensivo y estratégico. Construido por los sajones en 1380 para defenderse de los turcos pasó, ya en 1920 a ser residencia de la reina María muy querida por los rumanos.

Para completar esta ruta transilvana es preciso detenerse en Sinaia, centro neurálgico del valle del Prahova. Este estrecho valle flanqueado por los montes Bucegi, cubiertos de bosques de abetos, es uno de los paisajes más bonitos de Rumanía, muy frecuentado por los amantes del senderismo, del ciclismo de montaña y de los deportes de invierno, sobre todo el esquí.

Cerca de Sinaia emerge la espectacular presencia del castillo de Peles (foto izquierda). Más que un castillo es un palacio cuyas esbeltas torres rematan una estructura exterior de estilo neorrenacentista alemán. El rey Carol I de Rumanía ordenó su construcción para convertirlo en su residencia de verano, pero las obras, que duraron 39 años, concluyeron apenas unos mese antes de la muerte del monarca en 1914. Actualmente se ha convertido en un museo de enorme interés cultural y artístico.

Aquí finalizamos este breve recorrido por la Transilvania más “marcada” por el mito de Drácula que, sin duda, ha contribuido a fomentar el interés turístico de esta región. Pero, al margen de la tergiversación histórica o, posiblemente debido a ella, el fenómeno del Conde Vampiro que se ha visto impulsado y potenciado por la literatura, el teatro, el cine, las artes plásticas y las series televisivas no deja de ser un ingrediente más, ni siquiera el más decisivo, en la imparable atracción que este sorprendente País ejerce sobre los viajeros de todo el mundo.