Miguel Angel González Suárez
Executive Committee
World Federation of Travel Journalists and Writers
Estamos en pleno invierno,
comenzando la segunda semana de agosto. Se abre la puerta del mastodóntico pájaro volador; la
temperatura es ideal, 24 grados. Me estiro disimuladamente para ser correcto
después de casi 12 horas de vuelo desde Madrid. Son las 10 de la mañana y me
voy a visitar la capital, donde en el interior de la moderna urbe está la
antigua ciudad maya Kaminaljuyú que data de hace unos 2.000 años.
Posteriormente almuerzo en uno de
los restaurantes gourmet, “Kakao” donde la cultura, la artesanía y la
gastronomía hacen un maridaje que nos da la bienvenida cordialmente a este
país. Tras los postres, al helipuerto para trasladarme a uno de los lugares más
hechizantes y bellos de Guatemala. En 30 minutos estaré en el Lago de Izabal, de
45 kms de largo por 20 kms de ancho. Sus aguas dulces y serenas drenan
acariciando el Caribe.
Sobrevolamos las rubias playas
caribeñas y remontamos la bahía de Amatique, a través de Río Dulce entre las
grietas de los escarpados y monumentales cañones calizos atiborrados de
exuberante vegetación, refugio de colonias de aves marinas, donde se encuentran
los más ricos ecosistemas acuáticos. Hábitat del manatí, así como de los cocodrilos acutus. Salimos
de las gargantas hipnotizantes y aparece la gran mancha de agua dulce, tupida
de vegetación selvática, repleta de vida. Nos saludan en pleno vuelo bandadas
de tucanes y garzas. En unos instantes divisamos la población de Mariscos y
entre las pocas luces, sobresalen las del helipuerto del “G Boutique Hotel”,
unos de los establecimientos más exclusivos de este país. Un alojamiento
escondido en un paraíso donde cohabitan tres de las cuatro etnias presentes en
el país. Allí seremos testigos de expresiones de la cultura garifunas; compartiremos
ritos y tradiciones de los mayas. Un lugar enclave privilegiado donde
pretendo relajarme, desestresarme y terminar mi segundo libro sobre análisis
turístico.
Aterrizamos en el “G Boutique
Hotel” con tan solo 20 lujosas habitaciones y todos los servicios, “habidos y
por haber”. Toca descansar, ya que mañana nos espera en nuestro embarcadero un
pequeño yate con capitán para conocer este embrujado lugar silenciado a orillas
del lago más grande de Guatemala. Amanece y las aves y los monos aulladores nos
hacen despertar para volver a entrar en este territorio de ensueño. Desayuno de
exquisitas frutas tropicales en el restaurante Punta Brava sobre el lago. El
capitán nos espera en la embarcación rápida para llevarnos a uno de los
afluentes más bellos que desembocan en el lago, Río Oscuro, donde disfrutaremos
de una jornada de pesca entre monos, armadillos, osos hormigueros, cocodrilos,
garzas y miles de mariposas gigantes azules que se posaran en nuestra lancha
para hacernos compañía. Cuando más distraído y perdido me encuentro en la
observación de tan bello paraje, se me engancha en mi caña un róbalo de medio
metro. Comienza una tremenda y larga lucha que no ganaré. El perciforme
inteligente y más hábil, me vence y señorialmente se va río arriba. Derrotado
por la sabia naturaleza le indico al capitán que nos lleve a otro emplazamiento
de máximo relax; para reconfortarme. A toda máquina, rumbo a Finca Paraíso
donde se encuentra una cascada de aguas termales y saunas naturales donde
inicio un par de horas de máxima conjunción con la naturaleza y de donde fluyen
las mejores ideas para mi libro, a excepción de un colorido y juguetón pez
caprichoso que no para picotearme. Bueno el día ha sido intenso, rumbo al G
Boutique Hotel a cenar y disfrutar del genial chef de alta cocina
internacional.
También les recomiendo visitar
Quiriguá espectacular yacimiento arqueológico perteneciente a la civilización maya,
Patrimonio de la Humanidad (UNESCO). Siete Altares, llamado así por la formación
de siete pozas naturales en el recorrido del río hacia el mar Caribe, es el
balneario más grande del departamento. Livingston que es el principal
municipio del Lago que está poblado por habitantes de la etnia garifuna, que
llegaron del continente africano a mediados del siglo XVIII. El Boquerón,
un lugar para pasear en canoa o a nado que le permitirá experimentar la
sensación de ser tragado por las montañas.
Bueno no les quiero contar nada
más, de regreso a la capital no se olviden de Antigua y Tikal, ambas Patrimonio
de la Humanidad. Les garantizo que este viaje les va aportar 10 años más de
vida, si no se lo creen, no vayan y se arrepentirán.