Vicepresidenta FIJET España
Artesanía y Viajes
son dos conceptos que, por separado, pueden abarcar múltiples facetas y dar
lugar a multitud de charlas, estudios, publicaciones y proyecciones. Al unir
estos dos temas, se pretende concienciar a un amplio sector de la población
viajera para que ponga su atención en ambas cosas, sintetizando los valores
culturales que poseen los países visitados a través de un cordón umbilical
impregnado de lo más profundo que puede expresar el ser humano: sus artesanías,
muestras tangibles de lo que más quieren de lo suyo (su barro, su madera, su
hierro, es decir, su tierra, sus bosques, su entorno).
Desde los comienzos
de la historia el hombre ha abandonado sus lares para lanzarse a la búsqueda de
sus sueños propios o trasmitidos por otros soñadores. La persecución de una
quimera, el interés, la curiosidad por el saber, etc. siguen haciendo girar al
mundo.
La gran herencia
que un pueblo recibe de otro y que a su vez trasmite a otro es el conocimiento de
su propia cultura.
Al viajar se
recorren espacios y también tiempos. Se visita un lugar en el tiempo presente,
pero se traslada la imaginación hacia otras épocas en virtud de la inspiración
de datos proporcionados por diversas
pistas (piedras, ruinas, hallazgos arqueológicos…) , y en virtud del conocimiento adquirido a través del estudio
previo de determinadas civilizaciones. La evocación es un juego sutil de
nuestra inteligencia que quiere escudriñar en el pasado. Se juega con el tiempo
en tres dimensiones: partiendo del presente hacia el pasado y hacia el futuro,
estableciendo así un permanente viaje dentro del viaje.
A través del
mundo de los viajes nos ponemos en contacto con otras gentes y queremos
perpetuar su recuerdo con objetos elaborados por ellos en tierras lejanas, que
luego recordaremos con añoranza desde nuestros hogares. Se va creando el mundo
de las artesanías. Primero como algo pequeño, como un recuerdo, como algo sin
mucho valor; pero poco a poco entran en escena las industrias culturales,
abarcando actividades de producción y comercialización que, impregnadas de
identidad, tienen como materia prima la creatividad. Y aquí entra todo:
artesanías, medio de comunicación, publicidad, artes escénicas, artes visuales,
etc. Poco a poco se van encontrando nuevos valores a las industrias culturales
como generadoras de productos económicos.
El turismo
crece. Ya no se trata de viajeros aislados, sino de masas turísticas ávidas de “comprar
regalos para la familia”. La
producción de las industrias culturales se mezcla con las artesanías genuinas,
más auténticas, más enraizadas en la identidad de las gentes del lugar
visitado. Pero los viajeros y turistas, así como los propios artesanos, se van
dando cuenta de que el trabajo artesanal no tiene por qué quedar anclado en un
pasado decadente, ni tiene por qué verse subsumido bajo las garras de las macro
empresas vendedoras de “series”. Actualmente, en muchos países del tercer
mundo, merced a la cooperación para el desarrollo y auspiciando el sistema de microcréditos,
la auténtica artesanía puede mover multitud de microempresas, logrando puestos
de trabajo (principalmente para mujeres), especialmente en las áreas rurales.
No es caro crear un puesto de trabajo artesanal, ni se requieren equipos caros
para la producción ni grandes naves industriales, ni tecnologías avanzadas.
La artesanía,
que tiene efectos multiplicadores, hace partícipe de los beneficios del turismo
a las comunidades, al tiempo que
contribuye a afianzar el orgullo y la identidad de los nativos.
El fascinante
mundo de los viajes debe empezar en el cerebro humano, generador de sueños y
aventuras, creador de quimeras y fantasías.
Mientras estemos
vivos, estará nuestra mente en movimiento, buscando otras gentes y otros
lugares, compartiendo con ellos sus y nuestros deseos, comprando su “historia”
a través de los trabajos artesanales creados por ellos para nosotros, con lo
que nos hacen partícipes de su pasado y de su presente, mientras nos ruegan
silenciosamente que no les neguemos el futuro.