1522-1955
¡Cuánto me dices, molino,
Maltrecho
estabas molino,
de
las cosas de mi padre…!
y no te miraba
nadie
Del
esfuerzo y la grandeza
mas en ti vieron sus ojos
de
una infancia sin sus padres
cómo acallar pena y hambre
forjándose
solo su hombría
y dolor de anhelos rotos
y
su conducta intachable. en
los labriegos hogares
¡Cuánto
me dices, molino,
¡Cuánto me dices,
molino,
de
las cosas de mi padre…! de las cosas de mi padre…!
Tras
defender a la Patria De los
olivos, su fruto,
con
bravura y con su sangre,
verde carne triturada
volvió
a vivir a este pueblo,
destilas dorado néctar
con
los amigos leales,
que
da a Calaceite fama;
que
esperaban su regreso
aroma de fina esencia
cual
mi enamorada madre.
que
como oro se proclama
¡Cuánto
me dices, molino,
¡Cuánto me
dices, molino
de las cosas de mi padre…!
de las
cosas de mi padre…!
Quedaron muy
pocos brazos
En la vejez
resplandeces,
para
labrar nuestra tierra,
como cosa de mi padre,
pero
hicieron una siembra
mostrando el paso del tiempo
de
ilusión y de esperanza
al que no detiene nadie
en
tantos niños sin padre
cantando las buenas obras
que
dejó la fiera guerra.
que
remediaron mil hambres
¡Cuánto me dices, molino,
¡Cuánto
me dices, molino,
de las cosas de mi padre…!
de las cosas de mi padre…!
Olivos milenarios,
en arcadas ojivales De par en
par hoy tus puertas
señoreáis
esculpidos troncos en merecido homenaje
por
los soles de siglos a aquel hombre generoso,
y
las ventiscas glaciales, honrado a
cartas cabales,
fecundando
el verde fruto muestro el amor de una hija
en
los labrados bancales fiel alumna de su padre.
¡Cuánto
me dices, molino,
¡Cuánto me dices, molino,
de las cosas de mi padre…! de las cosas de mi padre…!
Por María Teresa Aguiló Sanmartín Madrid 27 de Abril de
2013