Miguel Angel González Suárez
FIJET SPAIN
Hemos salido de Praga que es el gran museo y mosaico de culturas al aire libre, conjugado con multitud de estilos que conviven en perfecta armonía. Nos dirigimos dirección sur, a una de las regiones más boscosas y bellas del país: Bohemia donde se levantaron las famosas fábricas de la bebida nacional, la cerveza y donde se formaron legendarios vidrieros. Tras 170 kms llegamos en un atardecer repleto de miles de rojos, a una bella, esotérica y romántica ciudad centroeuropea, reducto de artistas, bohemios, magos y alquimistas que está a tiro de piedra de Austria.
Por aquí discurría uno de los caminos comerciales más importantes del viejo continente, desde los países de los Alpes, pasando por Bohemia hasta Praga y finalizando en los Bálticos. Por ello, durante el siglo XIII nace este enclave estratégico, para controlar esta importante vía.
Nos apeamos en los exteriores de la ciudad y comenzamos a caminar, sorprendiéndonos, dejándonos llevar por sus callejuelas empedradas de estilo medieval. Entramos en ella. El tráfico está restringido, las maletas van en un carricoche eléctrico. La máquina del tiempo nos transporta en pocos minutos a la Edad Media. Dormiré los próximos dos días en un pequeño hotel boutique, a la orilla del caudaloso y, a la vez , silencioso río que corre sin parar a través de mi ventana y desde la que diviso el retrato al anochecer de una ciudad hechizada, llena de hermosura, repleta de embrujo y coqueta, que es el centro mundial del la alquimia. La rodea el seductor río Moldava y sus numerosos meandros. En los próximas jornadas me va a ofrecer una amplia propuesta histórica, cultural y natural. Así la recomienda National Geographic que la incluye entre los veinte lugares con más encanto del mundo, y no podía ser menos, tiene el máximo galardón como Patrimonio de la Humanidad.
Fue colonizada durante los siglos XI y XII y la familia que más influenció en su diseño, fueron los Rosenberg que llegaron en el siglo XIV y la transformaron durante 300 años; grandes viajeros y amantes de renacimiento Italiano la impregnan. Invitaron a los mejores arquitectos, pintores, escultores y alquimistas que preparaban ocultamente, los misteriosos "elixires de la vida"; todos ellos dejaron profundas señales. Derrocharon y generaron grandes deudas con la intención de crear un gran asentamiento que les llevó a tener que vender el castillo a los Habsburgo; luego llegarían los Eggenberg que la rociaron del barroco; aquí se encuentra el teatro barroco más importante del planeta. Los últimos antes del comunismo fueron los Schwarzenberg procedentes de Alemania.
Tejados de teja roja y pizarra, cúpulas panzudas del barroco predominante, la curva sinuosa del río Vltava que envuelve al pueblo en su meandro esotérico y la imponente presencia de la Torre Roja del Castillo fijan la estampa de la fábula. Atrapados por su porte que nos hace detenernos a cada instante y con más calma, descubrimos poco a poco los cientos de encantos: las fachadas decoradas con imaginativos diseños y pintadas de vivos colores, las acogedoras tabernas con olor a guisos y cerveza y sus museos.
La fundó hace siete siglos, Jindrich I, de la poderosa dinastía Rosenberg. Las diferentes familias a través de los tiempos dejaron su huella arquitectónica y artística en la fortaleza y palacio, en el que se combinan los estilos que atravesaron su historia y que hoy se reflejan en corredores, salas de espejos, salón de máscaras y en la torre más hermosa de Bohemia, la Torre Roja, que domina la ciudad. Su porte es renacentista, sus hornacinas y alféizares son simulados, y en su cima, entre pequeños torreones, se divisa la vista más espectacular de la ciudad: el meandro del Vlatava, las iglesias de San Vito y San Justo que triangulan mágicamente y el barrio de Latrán, el más antiguo de la urbe. La ciudad está llena de símbolos y mensajes escondidos en las esquinas, en las paredes pintadas, en las cornisas que dejaron los alquimistas a través de los tiempos.
Cesky Krumlov es la segunda ciudad más visitada de la República Checa, cuyo nombre significa el circulo de la comunicación con el algo más allá; seria imperdonable que no la viviera.