Aurora
Pérez Miguel
Fijet España
Situada en el Océano
Índico, entre el Mar de Arabia y el Golfo de Bengala, esta nación –aislada de
Asia Continental por las imponentes cumbres del Himalaya- posee una superficie
de 3.187.290 kilómetros cuadrados.
Pocos países tienen
el honor de haber servido desde tiempos tan lejanos como cauce de corrientes
que propagarían por el mundo su sabiduría y su cultura, las artes y las
ciencias, la filosofía y el profundo sentir religioso de una nación que abarca
tan enorme extensión de terreno -con todas las variedades de climas y
accidentes geográficos- que la convierten casi en un continente.
Por sus fronteras
discurrieron los drávidas, los arios, los mongoles (en cuyo período creció una
verdadera civilización indo-islámica, los persas, los iraníes. Todos ellos
fueron marcando sus influencias y dejando huellas indelebles en un pueblo que
se ha ido forjando con diferentes aportaciones culturales.
Los mongoles
iniciaron una época de esplendor cultural en la que el islam y el hinduismo
tuvieron una relación muy rica y provechosa que se plasmó en las artes, la
música, la literatura y, sobre todo, la arquitectura.
Más adelante los
europeos descubrieron los inmensos caudales de un país dotado por la naturaleza
de enorme variedad de riquezas y se fueron instalando los comerciantes
portugueses y franceses. En el siglo XVII los comerciantes holandeses e
ingleses hicieron sus incursiones. En 1845 la totalidad de la India estaba bajo
el control de la Compañía Británica de las Indias Orientales y en 1857 una
insurrección a nivel nacional de unidades militares y reinos rebeldes, conocida
como la I Guerra de Independencia India o El Motín Cipayo, hizo tambalear los
cimientos del poderío anglosajón, aunque finalmente fueron derrotados y la
India quedó bajo el control directo de la Corona Británica.