Mis
destinos:
Executive Committee World Federation of Travel Journalists and Writers
Hubo
una primera vez, hace una docena de años, que viajé y disfruté de una gran urbe
imperial, anclada estratégicamente en el sur de Marruecos: “Tierra de Dios”. Me impregnó de
contradictorias sensaciones, destino turístico con importantes déficit pero de
inmensa belleza. Recuerdos imborrables, embebido por la plaza más grandiosa del
planeta; sin arquitectura pero hechizante: muchedumbre, viveza, color, olor...
siempre diferente, desconocida y atrayente. Jamaa el Fna es el corazón y alma
de la “ciudad roja”.
Hace
un mes volví con motivo del 55º Congreso de la Federación Mundial de
Periodistas y Escritores de Turismo y sólo puedo manifestar que hoy Marrakech
es espectacular y ya la considero como uno de los lugares de obligada visita.
Me han sorprendido sus mejoras, sin desvirtuar su ancestral esencia repleta de
cultura y tradiciones. Es una metrópoli moderna en todos sus servicios; sus
infraestructuras las podemos considerar de primer nivel para los visitantes más
exigentes. Sus gentes saben perfectamente convivir de forma amable con 3
millones de extranjeros anuales que la han convertido, en 2012, en la primera
ciudad turística del continente Africano.
Durante 2012 llegó a alcanzar 60.000 plazas alojativas. Abiertos
54 nuevos hoteles, lo que ha supuesto una inyección de 10.500 camas. Alberga,
nada más y nada menos, que 21 hoteles de 5 estrellas. No cabe ninguna duda que
está viviendo una metamorfosis enfocada en el progreso del turismo para ofrecer
a los visitantes experiencias exclusivas, a través de un amplio desarrollo
sostenible.
Marrakech está al pie de un sistema montañoso, que recorre el
noroeste de África donde habitan los beréberes: el Atlas. Lejos de una primera
imagen desértica y con pocos recursos. Todo lo contrario, está en un gran
oasis, donde el agua helada baja de las montañas, principal patrimonio que la
hacen que sea muy próspera. Es
junto a Mequinez, Fez y Rabat una de las cuatro ciudades imperiales del país. Fundada en 1062 por los almorávides y capital del
Imperio Islámico. Les aseguro que es única. Hacer turismo en Marrakech es una
fascinante experiencia sensorial llena de color, sabor y olor.
Como
otras ciudades imperiales marroquíes, está dividida en dos partes: el centro
con la gran Medina, rodeada de espectaculares bastiones de tierra roja, y,
fuera de las murallas, la ciudad nueva, construida por los franceses en los
años del dominio colonial y en continua expansión. La Medina está repleta de
antiguos palacios y mezquitas. Le propongo que se deje perder por sus entrañas,
utilice simplemente su intuición y retroceda en el tiempo. Sentirá una
sensación muy agradable e irrepetible. Sus moradores son muy respetuosos. Cada
día que pase en la ciudad no deje de fundirse al atardecer, en la plaza Jamma
el Fna, repleta de vida. Conviva con miles de personas diariamente en un arco
iris de sensaciones... Contadores de cuentos, maestros exponiendo sus
enseñanzas, encantadores de serpientes, danzantes, dentistas, vendedores de
casi todo, acróbatas, escritores de cartas, aguadores... un infinito número de
actividades y personas que se conjugan y van abarrotando la plaza y sus
callejeas adyacentes según va llegando la noche. Simplemente pare el tiempo y
observe...
No
se pierda la visita a La Mezquita Koutoubia que fue una de las mayores
del mundo islámico cuando finalizó su construcción en 1158, destaca por su alto
minarete y por su color, piedra de arenisca rosada. Recorra El Palacio Bahia
construido a finales del siglo XIX con el objetivo de ser el palacio más
impresionante de todos los tiempos. Entre en La
Madraza de Ben Youssef la más grande y importante de Marruecos. Visite Las
Tumbas Saadíes y El Palacio Badi construido
a finales del siglo XVI por el sultán Ahmed al-Mansour para conmemorar la
derrota de los portugueses en Wed al Makhazín. El Valle de Ourika es una de las excursiones recomendadas
donde recorrerá el curso del río Ourika que juega al escondite con el Atlas.
Allí disfrute de las
heladas cascadas del Ouzoud. Y si aún le queda algo de tiempo y, quiere darse
un buen baño, Essaouira es una
pequeña ciudad fortificada, Patrimonio de la
Humanidad.
Otro
de los grandes placeres de la ciudad es su variada y extensa gastronomía: el
cuscu y algún tipo de tajin, sencillamente, soberbios. Solamente le queda fijar ya su próxima escapada a Marrakech, les garantizo que será inolvidable.