General Onda CIT Radio - Executive Committee World Federation of Travel Journalists and Writers
Se puede afirmar que los viajes de placer tuvieron sus inicios en los últimos años del siglo XVIII y los primeros del XIX. Ya que grandes cambios en la sociedad, en los estilos de vida, en la industria y la tecnología alteraron la morfología de la comunidad. El siglo XIX fue testigo de una gran expansión económica, seguida de una revolución industrial y científica. El turismo fue uno de los principales beneficiarios, para llegar a ser una de las mayores industrias de nuestro planeta.
Una de las notables controversias que genera el estudio del turismo es precisamente comprender y diferenciar las causas, de los efectos que intervienen en su génesis y en su posterior desarrollo como actividad de ocio moderna. Las dificultades para delimitar los contornos de esta materia son infranqueables porque en el turismo están implicadas: razones económicas, técnicas, políticas, sociológicas, medioambientales, etcétera, que como es lógico tendrán un papel decisivo en su génesis. El balnearismo fue una de las principales actividades que se encuentran en el origen del turismo moderno.
Así las invasiones del Imperio Romano por parte de las tribus germánicas, a pesar de tratarse de movimientos poblacionales, no pueden considerarse viajes turísticos, porque estaban impulsadas por las necesidades de subsistencia derivadas de las presiones demográficas.
Tampoco pueden considerarse turísticos, los grandes movimientos comerciales y religiosos de la Edad Media, puesto que si los anteriores éxodos eran masivos pero carecían de libertad, estos últimos que sí se hicieron voluntariamente, están lejos de ser masivos o totalizadores.
La falta de alguno de estos dos componentes –masificación o libertad de movimiento, de grandes desplazamientos- es lo que precisamente impide considerar como turismo la mayor parte de los fenómenos que se producen antes del siglo XIX. De hecho, se habla de que en la Grecia Clásica comienzan los primeros fenómenos turísticos en sí, pero se puede afirmar que esto no es turismo en su concepción contemporánea porque es bien sabido que los griegos despreciaban el trabajo por considerarlo tarea de esclavos y de las clases bajas. En el Imperio Romano, cuya cultura bebe de la griega también se da algo semejante a lo que es en la actualidad el fenómeno de la segunda residencia, ligado a las actividades de ocio y turismo; en toda la región del sur de Italia, pero sobretodo en lo que actualmente es la región de la Campania (Pompeya y Hercolano, cerca de Nápoles son algunos de los mejores ejemplos) se suceden las grandes villas y las localidades dedicadas al ocio de la población romana, con grandes facilidades en lo que respecta a la movilidad de viajeros, gracias a los cuidados caminos del Imperio, pero donde los esclavos, la columna vertebral del sistema productivo de la época, no disponía de estos progresos. Hay que tener muy en cuenta que se trata de un fenómeno de segunda residencia, y quizás no de desplazamiento turístico, y además, de nuevo estamos ante el mismo caso que el de los griegos, el de un acceso muy minoritario de la población al fenómeno.
Se habrá de esperar, pues, un largo periodo entre la Antigüedad y este fenómeno residencial romano (que se podría incluir en el turismo o no, dependiendo de las diferentes concepciones que el fenómeno) y el siglo XIX, para que aparezca una actividad que ya se puede denominar “proto-turística” en la concepción contemporánea, por implicar movimiento masivo (o al menos importantes flujos de viajeros), y libertad de desplazamiento (libertad y precisamente de movimiento, a distinción de la segunda residencia que implicaría reposo).
Sin embargo, aunque hemos delimitado los orígenes de lo que consideramos como turismo moderno (principios del siglo XIX hasta los años treinta del siglo XX), el germen de esta forma de turismo se encuentra al menos dos siglos antes, con lo que hemos de volver a siglos pasados para ver como, cuando y porqué aparece el turismo moderno a principios del XIX y no en otro momento.
Por otro lado y desde una perspectiva más "filológica" se debe analizar los orígenes del término turismo para delimitar los orígenes de la actividad que proviene del vocablo inglés: “tour”, que por otro lado es una palabra latina (del francés). Esta cuestión es bastante relevante puesto que generalmente se entiende que el fenómeno precursor de lo que después será el turismo moderno es precisamente el llamado “Grand Tour”, fenómeno de connotaciones esencialmente británicas, y que consistía generalmente en un recorrido de larga duración de los jóvenes aristócratas por gran parte del continente europeo.
El Grand Tour, no se trató de un fenómeno aislado, de viajes esporádicos, sino que algunos de los más conocidos “tourists” de esta época fueron personajes de reconocido prestigio. Este viaje tenía el objetivo primordial de enseñar, a estos jóvenes los saberes y los logros de los estados europeos modernos, y sobretodo el esplendor de las antiguas civilizaciones griega y romana, aunque uno de los fines principales era el de formar un cuerpo de diplomáticos, políticos, abogados y militares bien capacitados.
El turismo en ese momento se constituía en una ciencia más que una actividad de ocio, una materia más entre las que se debían formar los lords ingleses. No se trataba pues de cultivar la vista ante fantásticos edificios antiguos o ante pintorescos paisajes sino el oído ante el saber que se les mostraba en el extranjero. Francia, en parte los Países Bajos, muy pocas veces Alemania, y eso si, siempre Italia, pertenecieron a las rutas de los Grand Tours.
En la primera mitad del siglo XIX es cuando comienza lo que se considera “turismo moderno” debido a una serie de factores, nos encontramos en una época en la que el turismo es un método más de enseñanza, sin embargo, ya antes de 1850 se dan una serie de factores que irán conformando de forma lenta pero decisiva lo que será el nuevo tipo de turismo. En primer lugar los turistas de finales del siglo XVIII, los que se han venido a llamar turistas neoclásicos, y sobretodo los de principios del siglo XIX, los llamados turistas románticos, van a cambiar la concepción de sus viajes y se van a preocupar cada vez más por la observación de los lugares que visitan, es decir, un paso de la percepción mediante el oído a la contemplación mediante la vista. A partir de este momento y hasta la actualidad el objetivo esencial de los turistas será el de conocer mediante una observación visual los principales monumentos, paisajes, lugares históricos, etcétera, de una determinada región o país.