jueves, 27 de marzo de 2014

LA INDIA: PAIS DE ENCRUCIJADA Y CRISOL DE CIVILIZACIONES

Aurora Pérez Miguel
Fijet España


Situada en el Océano Índico, entre el Mar de Arabia y el Golfo de Bengala, esta nación –aislada de Asia Continental por las imponentes cumbres del Himalaya- posee una superficie de 3.187.290 kilómetros cuadrados.

Pocos países tienen el honor de haber servido desde tiempos tan lejanos como cauce de corrientes que propagarían por el mundo su sabiduría y su cultura, las artes y las ciencias, la filosofía y el profundo sentir religioso de una nación que abarca tan enorme extensión de terreno -con todas las variedades de climas y accidentes geográficos- que la convierten casi en un continente.

Por sus fronteras discurrieron los drávidas, los arios, los mongoles (en cuyo período creció una verdadera civilización indo-islámica, los persas, los iraníes. Todos ellos fueron marcando sus influencias y dejando huellas indelebles en un pueblo que se ha ido forjando con diferentes aportaciones culturales.

Los mongoles iniciaron una época de esplendor cultural en la que el islam y el hinduismo tuvieron una relación muy rica y provechosa que se plasmó en las artes, la música, la literatura y, sobre todo, la arquitectura.

Más adelante los europeos descubrieron los inmensos caudales de un país dotado por la naturaleza de enorme variedad de riquezas y se fueron instalando los comerciantes portugueses y franceses. En el siglo XVII los comerciantes holandeses e ingleses hicieron sus incursiones. En 1845 la totalidad de la India estaba bajo el control de la Compañía Británica de las Indias Orientales y en 1857 una insurrección a nivel nacional de unidades militares y reinos rebeldes, conocida como la I Guerra de Independencia India o El Motín Cipayo, hizo tambalear los cimientos del poderío anglosajón, aunque finalmente fueron derrotados y la India quedó bajo el control directo de la Corona Británica.


En las primeras décadas del siglo XX la lucha por la libertad tomó verdadero protagonismo. Este siglo vio nacer a una de las figuras más carismáticas de la humanidad: Mahatma Gandhi, con quien cristalizó la verdadera aspiración de la gran nación india hacia la tan ansiada independencia: 15 de agosto de 1947 con Nehru como Primer Ministro. Al mismo tiempo las zonas de mayoría musulmana se separaban para formar otro estado independiente, Pakistán.

A partir de este momento es gran coloso se levanta mirando cara a cara al resto del mundo no con la frente humillada por años de sometimiento sino con la esperanza y el deseo de integrarse en el concierto de las naciones que marcan nuevos hitos en el devenir de la humanidad.

Mosaico de razas y lenguas

La India es un país de profundos contrastes, donde se viven emociones encontradas como la fascinación por los edificios evocadores de la época mágica de los maharajás –con sus míticos palacios que guardan el recuerdo de aquellas durbar o fiestas de gala que admiraban a la humanidad, pero el auténtico tesoro de la India consiste en la herencia multidimensional y en el amor a sus tradiciones, es decir en la pluralidad de sus gentes.

Hay 25 estados diferenciados lingüísticamente. Existen 14 lenguas principales y 750 dialectos (que hablan más de 100.000 personas). El hindi es uno de los idiomas más importantes del mundo. La mayoría de la población es bilingüe, siendo el inglés la lingua franca, aunque el hindi va ganando terreno para sustituir al inglés como idioma base.


Religiones y creencias

Es el pueblo de la espiritualidad. En una variedad tan compleja de razas y lenguas es fácil comprender la enorme variedad de religiones, sectas y creencias. La India ha visto nacer tres de las religiones más importantes: hinduismo (en sus versiones de vedismo y brahmanismo), budismo (que se extendió rápidamente hacia China) y jainismo. Además de estas tres se practican otras como la islámica, cristiana, parsi, sij, etc. Donde la espiritualidad alcanza su grado sumo es en el saduismo, con más de siete millones de adeptos. Los sadús son una especie de santones que han renunciado a todo placer terrenal y se dedican a la búsqueda de la verdad, despreciando riqueza, poder, casta e incluso su propio nombre.

La reencarnación en el hinduismo (que es la religión más practicada en el país) marca un sello indeleble en el carácter de estas gentes, que muestran en sus apacibles rostros la resignación de su suerte en esta vida, sabedores de que hay otra vida –que es objetivo a alcanzar- donde mejorará su status a través de una serie de reencarnaciones que finalmente le llevarán a la salvación. El viajero que va a la India puede ver a través de la mirada de un hindú su espiritualidad. En sus templos de espaciosas salas refulgen los colores de la piedra a la caída del sol, mientras las esculturas de dioses y diosas miran al forastero desde sus expresivos ojos, como si le estuviesen observando para ver si es digno de visitarles. Los pies desnudos de los fieles descansan del calor pegajoso en las frescas baldosas, y el olor del incienso en el interior prepara los sentidos para la magia envolvente de los recintos sagrados desde donde se dirige la vida de miles de creyentes que acuden en busca de sosiego y de paz espiritual.


Mercadillos y Gastronomía

Para captar el espíritu de la India es preciso introducirse por las estrechas callejuelas de los múltiples mercadillos situados en la parte vieja de las ciudades y deambular sin prisa. Si bien es cierto que entre la multitud de bazares los hay específicos de una etnia o religión, hay otros en los que se mezclan todas. Proliferan cada vez más los modernos centros comerciales –Malls- al estilo occidental. Pero el sabor de la India se sigue percibiendo en los mercadillos, donde los compradores se apiñan entre los inmensos pasillos que se abren longitudinalmente en medio de cientos de tiendas todas iguales. Entre las compras más recomendadas se encuentran las del sector textil: seda, algodón, lana. El noventa por cien de la seda se produce en el sur. Los vivos colores de las telas que se apiñan unas encima de otras penetran en la retina haciendo muy difícil la elección. Además de la importancia que conceden a los fuertes colores, los indios tienen pasión por el diseño y por la forma, expresando de esta manera sus cualidades artísticas en las sedas. Los brocados de algodón himroo se siguen tejiendo hoy día con hilo de oro y plata. Las sedas, con sus infinitas variedades, desprenden brillantes destellos, sobre todo la de satén o surat gajee.

En el espacio dedicado a la joyería y bisutería destacan la platería repujada, el tratamiento del lapislázuli, los zafiros, piedras de luna, aguamarina, perlas (las más famosas son de Hyderabad).

En la sección correspondiente a las frutas y verduras los pasillos se estrechan más aún. La variedad es inmensa. Hay una pequeña uva verde, sin pepita, deliciosa; un tipo de plátano enano que se llama sâfed éltschii; limones, naranjas, piñas, cebollas, etc. Hay también una serie de verduras y frutas desconocidas para los españoles, como la siitafal (especie de manzana) o la baigam, o una especie de alubia denominada sem, etc.

Pero donde los sentidos llegan al summum del delirio  es en los puestos de las especias. Se agolpan unas al lado de otras en pequeños cestillos casi colgando de los puestos: el anís, el clavo (lauñg), la canela, la mostaza (raaii), el azafrán (késar), el cardamomo , la menta, el jengibre (adrak), la pimienta negra, etc. Las mujeres indias se afanan en la búsqueda de elementos decorativos y de belleza, pues siguen concediendo gran importancia al cuidado y embellecimiento de su cuerpo.

La comida india es mundialmente famosa y varía mucho de una parte a otra del país, si bien el picante es un elemento bastante común. Otro dato a considerar el alto número de vegetarianos y, por tanto, la variedad inmensa de vegetales que predomina en la cocina hindú. Uno de los platos más comunes es el daal, especie de puré de lentejas que se suele servir acompañado de arroz. En el oeste es famoso el thaali . En una bandeja redonda de plata se sirve, como en un muestrario, una mezcla de especialidades agridulces, verduras, yogur, tschapaatii (especie de masa similar al pan), arroz, dulces y paapat (estimulante del apetito). Los empleados están atentos. Si se necesita algo, basta con señalar el plato y el camarero vuelve a servir. Otra forma de reclamar su atención es chasquear la lengua. Los khaman dhokla son pastelillos salados hechos al vapor con harina de garbanzos. El paunk está confeccionado con cereal tierno, ajo, mezcla de embutidos y azúcar. El kadhi se compone de curry de yogurt y frutos sazonado con hojas de laurel, jengibre, chile y verduras salteadas. Se sirve con arroz. Un dulce típico de Bombay es el halwa, que lleva trocitos de frutos secos y es muy colorista.

Algunas curiosidades y costumbres

-Actualmente los parias pueden acudir a los templos pero antiguamente no les estaba permitido entrar, ni podían leer libros sagrados, porque contaminaban con solo su tacto. Tampoco podían sacar agua de los pozos de las aldeas porque solo con su sombra podían contaminar el agua.

- El yoga es muy practicado. Consiste en una rígida preparación mental y física para dominar el cuerpo y sus reacciones. Los ejercicios de respiración son muy importantes: hay que prolongar gradualmente los intervalos entre inspiración y expiración, llegando a producirse a veces un auténtico dominio de los procesos respiratorios y cardiovasculares.

- Siguen siendo hoy día ambicionados los nacimientos de varones, que constituye el fin primordial del matrimonio. La elección del nombre del recién nacido es muy importante. A menudo, en ciertas áreas rurales, además del nombre oficial se les da otro secreto que debe ocultar para que los espíritus malignos no lo sepan.

-Aunque actualmente ya casi no se usa, en muchos lugares de la India son aún los padres quienes conciertan los casamientos de sus hijos prometiéndoles en matrimonio a la edad de tres años con algún hijo o hija de amigos o familias solventes. Sí es frecuente aún ver en los periódicos anuncios de búsqueda de novio o novia que se ajuste a ciertas características requeridas (que pertenezca a la misma religión o casta, adecuado nivel social y económico, buen nivel educativo, trabajo, etc.)

Consideraciones finales

En este breve recorrido por el inmenso país asiático –en el que solo se han mencionado algunas facetas de su interesante realidad histórico- cultural-, es necesario destacar que mucho más importante que la religión, la raza, la lengua, las tradiciones o las costumbres, es  la supervivencia.

En un país donde se está asistiendo, en un mundo convulsionado, a una catarsis de la que el pueblo indio saldrá preparado para integrarse en el bloque de naciones que caminan hacia la industrialización total, los campesinos siguen mirando al cielo cuando se acerca la época de la cosecha…. Agua….Los monzones llegan fielmente a su cita para proveer el regazo de la madre tierra, para que esta distribuya sus bienes  entre sus hijos sedientos.

La cumbre reina del Himalaya derrama sus riquezas para regar los valles y mojar los surcos de la tierra. Las cosechas darán sus frutos, que se venderán en los mercados, llenarán las cestas y llegarán a los hogares del país.

Mientras se sigan viendo las suaves y coloristas sedas de hombres y mujeres en los campos recogiendo el trigo o el arroz, las verduras o las legumbres sabremos que los hijos de la India seguirán su destino, agradeciendo con su eterna sonrisa los bienes de la madre tierra y soñando con la reencarnación deseada.

Como síntesis que refleja la esencia de lo explicado anteriormente, se añade un poema de la autora del artículo titulado:


MADRE INDIA


A la orilla del Ganges se presiente
de la India el corazón hecho jirones.
En el regazo maternal del río
buscan cobijo parias y santones.
Y la India como madre les acoge.

Por sus montes y valles desfilaron
ingleses, musulmanes o mongoles
que fueron impregnados del prodigio
de amor de sus mil dioses.
Y la India como madre les acoge.

En la gélida piedra de algún templo
retumba el eco suave de pisadas
desnudas de aquellos peregrinos
que invocan con fervor en su mirada.
Y la India como madre les acoge.